miércoles, 5 de diciembre de 2012

Espíritu Santo: Introducción




Espíritu Santo
Con Mayúscula y con minúscula

 

Primera cosa a tener en cuenta es que Dios es El máximo “dador”.  Él es el Donador por excelencia. Nadie puede sobrepasarlo o ganarle en dar. De Su corazón de amor no cesa de dar a la humanidad. Todo lo que proviene de Él es bueno, agradable y perfecto.

 

Santiago 1:17 y 18:

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

 

Dios es de Quien proviene toda buena dádiva y todo don o regalo perfecto. Él es el Padre de las luces y ningunas tinieblas hay en Él. Fue Su voluntad hacernos nacer por Su Palabra.

 

El primer versículo de la Biblia dice que en el principio creó Dios los cielos y la Tierra. Ese fue el principio de los cielos y de la Tierra que nosotros conocemos, pero ciertamente no fue el principio de Dios. Él estuvo ahí mucho antes. En cambio, espíritu santo, con minúscula vino a partir de Dios y es lo que el Creador quiso que el hombre tuviera para poderse comunicar con Él. 

 

A partir del día de Pentecostés ese espíritu santo que Dios puso  en quienes confesaron y creyeron es el poder o habilidad de ser como Jesucristo fue sobre la Tierra y poder hacer sus obras y aún mayores.

 




Hechos 2:38 y 39:

38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis  [lambanō] el don del Espíritu Santo [pneuma hagion]. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

 

Esta promesa de recibir y al instante manifestar el don era para ellos, para sus hijos y para quienes están lejos lo cual incluye a Samaria y lo último de la Tierra y por si cabía alguna duda era para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Resultó ser que, como veremos más adelante, el Señor nuestro Dios llamó también a los gentiles. Más lejos que eso no había para la mente israelita de aquellos días.
 
Para Pedro era muy claro que Dios es el Señor, es Quien llama y Quien ha prometido. Dios es el Donador y Su promesa es para quienes se arrepienten y se bautizan en el nombre de Jesucristo.
 

Hechos 2:17 y 18:

Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; 18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

 

Aquí es más claro todavía: Dios derramó en Pentecostés y continúa derramando cada vez que una persona cree y confiesa. Atención con esto: Dios derrama lo que Él es.
 
En este capítulo estaremos adentrándonos a un más profundo entendimiento del campo de aquello que Dios dio en Pentecostés: espíritu santo.
 

Necesitamos hacer esto porque ya hemos visto que Adán lo tuvo, luego lo perdió y miles de años más tarde Jesucristo lo recuperó definitivamente para nosotros. Estudiaremos este tema tan importante para ver la grandeza de lo que nos fue dado a partir del día de Pentecostés.
 

Hechos 2:1-4:

1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

 

La palabra que en nuestra versión es traducida espíritu proviene de la palabra griega pneuma que es un sustantivo y nunca se usa en mayúscula en los manuscritos griegos. Lo cierto es que no todos los sustantivos afectan al texto ya sea que vayan en mayúscula o no. Por ejemplo muñeca, mesa, botella, caja son sustantivos y no importa en todos los casos si van en mayúscula o minúscula. Pero en el caso de pneuma siempre es muy importante saber si debe ir con mayúscula o no pues según sea el caso, cambia mucho el sentido. No es lo mismo decir Espíritu Santo (con mayúscula) refiriéndonos a Dios, el Donador que decir espíritu santo (con minúscula) refiriéndonos al don que proviene de Él pero no es Él. Justamente estaremos viendo en este estudio que hay una gran diferencia si decimos espíritu santo ó Espíritu Santo. Entonces, como el texto griego tiene solamente vocablos en minúscula, que vaya en mayúscula es una interpretación del traductor o revisor de la Biblia que en ocasiones puede estar bien y en otras no.
 
No podemos poner el artículo “el” delante de cada aparición del vocablo griego pneuma siendo que no hay artículo “el” delante de pneuma hagion en el texto original como tampoco podemos traducirlo de manera arbitraria con mayúscula.
 
Cuando nací de mis padres, todo el potencial del ser humano residía en mí. De la misma manera con el nuevo nacimiento. Todo el potencial de la nueva naturaleza reside en mí. Todas las realidades, los privilegios, y responsabilidades de esa nueva naturaleza están presentes en este “paquete” que soy yo. En el nacimiento físico uno pasa de la niñez a la adultez a través de etapas intermedias igual es con el nuevo nacimiento. Uno más sabe, más puede aplicar y desarrollarse. Todo lo que mis padres son, soy yo como ser humano aunque yo haya elegido distintos caminos en cuanto a las distintas posibilidades que ofrece la vida. Igual es con Dios una vez que yo tengo Su naturaleza en mí. Ya tengo Su espíritu en mí y depende sólo de mi -y del trabajo de Dios, en Cristo en mi- lo que yo haga con lo que tengo. He ahí un gran privilegio y una gran responsabilidad de esta nueva realidad. Dios es nuestro Padre y nosotros Sus hijos. Por ello –como aún tenemos cuerpo y alma- seguimos recibiendo información por medio de los cinco sentidos y además –como una ventaja adicional- también recibimos información por medio del espíritu de Dios en nosotros. ¿Por qué es esto asi?
 

Juan 3:6 y 7:

6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu [pneuma referido a Dios quien es espíritu], espíritu [pneuma, espíritu] es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

 

Padre y Madre
Carne
 
Dios
El Donador
Espíritu Santo
pneuma hagion
â
 
â
Dan lo que son
 
Da lo que Él es
            â
 
â
Carne
 
espíritu santo
El don
pneuma hagion

 

Su padre y su madre le donaron su primera naturaleza, le dieron a usted lo que ellos son, carne. Ellos le dieron su naturaleza que es la que lleva usted ahora. Eso es lo que es nacido de la carne que carne es. Lo que es nacido del Espíritu, Dios, lleva también la naturaleza del Donador, entonces espíritu es. El donador es Dios y Él da lo que Él es: espíritu y santo que es llamado también poder desde lo alto que es la habilidad espiritual dada por Dios a la persona al momento del nuevo nacimiento. Para ser hijo de Dios es necesario nacer de nuevo.

 

Efesios 2:10:

10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

 

Las buenas obras de las que habla acá; uno puede hacerlas después de haber sido creado en Cristo Jesús. Esto es muy importante. No es que por medio de las buenas obras uno es creado en Cristo Jesús.

 

La primera vez que uno nace, uno es hechura de su mamá y su papá. Cuando uno renace del espíritu de Dios esa parte espiritual en uno es hechura del Creador de los cielos y de la tierra: Dios, el Padre celestial. Nuestros padres están satisfechos de lo que hicieron con nosotros. Lo mismo con Dios en cuanto a Su simiente en mi. ¿Por qué pensar que sería diferente con el Padre celestial? Somos hechura suya. Ese es el nuevo nacimiento. Del mismo modo que nunca dejaré de ser hijo de mis padres tampoco dejaré de ser hijo de Dios una vez que renací de Su espíritu. Soy hechura suya (de mis padres) y hechura Suya (de mi Padre).
 

Leímos anteriormente en Efesios 2:5,  que un hombre o mujer que nace con cuerpo y alma está espiritualmente muerto en pecados. Eso también lo hereda de sus padres. Pero cuando renace del espíritu de Dios se transforma en el hijo legal de su Padre quien es Dios. El diablo, el dios de este mundo no tiene derecho legal sobre el hombre renacido.
 
Es muy simple de entender pues Dios es Espíritu y es Santo por consiguiente, cuando da de Sí al momento que la persona cree y confiesa, da espíritu santo. Al momento mismo que la persona renace, recibe poder interior, poder desde lo alto. Queda en la responsabilidad de la persona manifestar o exteriorizar ese maravilloso poder que le vino desde lo alto. Es como la batería de un coche que está cargada a pleno pero uno nunca lo sabe hasta que arranca el auto o prende las luces y ese poder interno se ve manifestado a los sentidos.
 
Veremos que cada vez que pneuma hagion es usado de aquello que vino a partir del día de Pentecostés, siempre tiene que ir en minúscula pues es el don que fue dado por el Donador.

 

Este espíritu estaba sobre algunos creyentes del Antiguo Testamento y ciertamente sobre Jesús y los apóstoles mientras servían junto a él, pero estaba bajo la condición que no pecaran. Luego de Pentecostés estuvo de manera incondicional dentro de quienes confesaran y creyeran. De hecho, los primeros en recibir este poder desde lo alto fueron los once apóstoles originales más Matias.

 

Juan 14:15-17:

15 Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

 

Este principio de “si me amáis, guardad mis mandamientos” sigue en vigencia hoy día. Cada vez que uno ama al Señor Jesucristo guardará sus mandamientos y como sus mandamientos eran de Dios, entonces uno estará guardando la Palabra de Dios. Sigue el relato diciendo que él orará al Padre por otro consolador que lo reemplace. Ese consolador es llamado por el mismo redentor como el espíritu de verdad. ¿Ve la lógica? No podía estar hablando de Dios, pues Dios ya estaba hacía mucho tiempo. Este espíritu de verdad era un consolador que vendría y de hecho vino el día de Pentecostés.
 
El mundo no le ve ni le conoce. Ellos tampoco lo veían pero sí lo conocían y estaba CON ellos y estaría (y estuvo a partir de Pentecostés) EN ellos.
 
Hoy día cada vez que una persona renace del espíritu de Dios recibe el mismo espíritu que recibieron los apóstoles dentro de uno dándole poder inherente para poderlo manifestar para bien propio y de la humanidad. A partir de ese momento es Dios en Cristo en uno la esperanza de gloria.

 

Colosenses 1:27:

A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

 

El ruego del Señor Jesucristo por ellos fue que el Padre les diera otro consolador que lo reemplazase. Ese consolador es el espíritu de verdad. Si aquí ese espíritu al que se refiere Jesús fuera Dios, entonces querría decir que no estaba en ese momento. Eso es ilógico pues Dios estuvo siempre aún antes del principio. Ese espíritu –que no era Dios- moraba CON ellos y en las mismas palabras de Jesús estaría EN ellos.
 
Aun no se habían dado las condiciones para que ese espíritu estuviera en ellos. Tales condiciones se iban a dar una vez que llegara el día de Pentecostés. Más adelante el mismo salvador añade información justo antes de ser ascendido a la diestra de Dios.

 

Hechos 1:8:

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

 

Nuevamente no podría estar hablando de Dios, pues Él no necesitaba venir. Otro detalle importante es que una vez que haya venido espíritu santo sobre ellos, iban a recibir a la vez poder y ese poder les habilitaría a ser testigos hasta lo último de la Tierra.
 
Este poder del que habla el Señor Jesucristo no estaba aún en ellos pues aún no estaba disponible. Para recibirlo ellos tenían que quedarse en Jerusalén.
 

Hechos 1:4 y 5:

4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

 

Ese poder desde lo alto era la promesa que debían esperar y que llegaría en diez días (…dentro de no muchos días). Así como Juan había bautizado con agua ellos, y el resto de la humanidad a partir de aquel día, si confesaban y creían iban a ser bautizados con algo superior a lo de Juan: espíritu santo. Ahí es minúscula pues se refiere al don y no al Donador.

 

Lucas 24:49:

He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.

 

Haciendo una recapitulación observamos que a partir del día de Pentecostés, Dios hizo disponible espíritu santo a quienes confesaran y creyeran. Este evento singular era tan pero tan importante que está marcado en estos registros con todas estas expresiones equivalentes:

 



▪ Nacer de nuevo
▪ Otro consolador que reemplazó al Cristo presente para siempre
▪ Espíritu de verdad
▪ Moraba CON ellos. Mora hoy EN los hijos de Dios
▪ Cristo EN nosotros la esperanza de gloria
▪ Poder desde lo alto para dar testimonio hasta lo último de la Tierra
▪ La promesa del Padre
▪ Ser bautizado con espíritu santo
▪ Ser investidos de poder desde lo alto

 

Estas simples expresiones muestran la grandeza de lo que Dios hizo disponible EN quienes confesaran y creyeran a partir de Pentecostés.

 

 
Marcos 16:15

 

Nota del  Autor

 

 
Toda la Escritura utilizada en este artículo es de la Versión Reina Valera 1960[1] a menos que se especifique algo en contrario. Cada vez que aparezca resaltada alguna palabra dentro del texto de la Biblia, se trata del énfasis añadido por el autor.

 

Toda vez que se utilice una palabra de origen Griego será escrita en minúscula cursiva (Ej.: atomos). Y si se usara una palabra hebrea o aramea será escrita en mayúscula cursiva (Ej.: YARE). En ambos casos se puede utilizar la palabra raíz como cualquier otra forma gramatical de esa palabra en representación de la familia de palabras.

 

Debido a que los paréntesis se utilizan en el texto Bíblico; cada vez que exista una nota del autor estará colocada entre corchetes para diferenciarla.

 

Todas las citas de fuentes externas se notarán en esta otra tipografía para diferenciarlas del resto. Asimismo cuando la cita de la fuente sea de mayor longitud que la presentada en este artículo; se resumirá usando “...” indicando que hay mas información disponible para consulta en dicha fuente.

 

Las notas al final son una parte integral y necesaria del Estudio. Tienen el propósito de documentar, respaldar, ampliar, aclarar, o reforzar el tema que se trate.

 

Esta enseñanza somete a consideración del lector el tema que trata. Es mas bien en algunos casos un punto de partida que propone, orienta y -desde ya- concluye con lo que el autor ha estudiado y debido a eso presentado de las Escrituras. No obstante, la Palabra de Dios es simplemente inagotable. El único que no necesita revisión es Dios mismo y Su Palabra según fue originalmente inspirada. Pero nuestro conocimiento y entendimiento  de las distintas maravillas presentadas en la Palabra de Dios siempre pueden ser y debieran ser sometidas al escrutinio[2] del estudiante. Entonces, el presente trabajo es presentado al estudiante Bíblico como una ayuda, una fuente mas de consulta, de referencia y de estudio de la Palabra de Dios. La obra está lejos de pretender ser la única ni mucho menos la más sobresaliente obra de este tipo que exista. Ella no posee eminencia sobre ninguna otra ni es autoridad última sobre el tema. La autoría de la Palabra de Dios es la exclusividad del Padre Celestial y como tal es la fuente de conocimiento y autoridad única e inapelable.

 

 SOLI DEO GLORIA

Autor:  Eduardo Di Noto
 
Editor de Texto: Rev. Ruben Dario Daza



[1] La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamentos, Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569) Revisada por Cipriano de Valera (1602) Revisión de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas, 1993
[2] Hechos 17:11

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